La Paz, Baja California Sur (BCS). A pesar de imposiciones fiscales, extorsiones telefónicas y falta de publicidad, las hermanas brigidinas de la Casa de Santa Brígida en La Paz, continúan ofreciendo sus servicios a la comunidad, desde comida corrida para llevar, ostias y vino para consagrar, hasta alojamiento para grupos ejecutivos; actualmente pasan por una de sus peores crisis en 30 años, según revela la hermana rectora Rita Rodrigues, manteniéndose con la mitad de los ingresos que solían obtener antes de las reformas del actual gobierno federal.
Este mes de diciembre la Casa de Santa Brígida, ubicada en Yucatán y Gral. Manuel Márquez de León, cumplirá tres décadas en la colonia Los Olivos y en la capital de BCS, cuenta con 52 recámaras, 30 de ellas dobles, 15 individuales, una para 10 personas y el resto adecuadas para charlas y conferencias. En total, pueden dar hospedaje a 73 personas.
“Como somos no lucrativas”, explica la hermana Rita, “no tenemos factura para dar, eso es lo que nos impide rentar las recámaras”, detallando que todas cuentan con aire acondicionado, agua caliente y baño completo. La renta es de 250 pesos diarios sin aire acondicionado y 350 con aire, incluyendo 3 comidas.
El lugar está diseñado para el descanso y la introspección, por lo que los cuartos no cuentan con televisores, aunque existe una sala general de video, para todos aquellos que no pueden separarse completamente del mundo. Y aún con precios tan bajos, muchas veces a los visitantes “se les hace caro y no vienen”, dice la rectora, “lloran, lloran y se van”.
Las hermanas brigidinas cuentan con un salón para banquetes y ofrecían este servicio, sin embargo “no resultó”, lamenta Rita Rodrigues, ya que personas anónimas iniciaron una campaña de intimidación en su contra, llamándolas por teléfono y amenazándolas con hacerles daño si no dejaban el negocio. “Pensaron que íbamos a competir con el casino”, intuye la hermana. “Nos estuvieron hablando desde que pusimos el anuncio, estuvieron molestando mucho […] Anónimos, día y noche nos llamaban […] Extorsionándonos”.
La casa ostenta justo en su centro un patio entero para disfrutar, leer, escribir o tocar guitarra, que el sol llena entre árboles de algodón, neem, mango y benjaminas. “Todas las personas piensan que por venir aquí tienen que pagar, y les digo, pues cuando es un servicio, tienen que pagar, pero por venir a rezar y pasar aquí al patio, pues no hay ni un costo”, aclara, añadiendo que profesan misa todos los días a las 7:15 de la mañana, y los domingos a las 9 de la mañana, abierta a toda la comunidad. “Aquí no hay condición, ya sean cristianos o católicos, aquí recibimos a todos […] Ese es nuestro trabajo, consolar y orar, y no hacemos otra cosa”.
Sin duda lo más conocido de las hermanas brigidinas es su concina. Ofrecen una gran variedad de platillos a bajo costo, por ejemplo pescado empanizado, caldillo de papas, chiles rellenos, pollo a la mexicana, lengua en salsa verde, ensalada de atún, milanesa de res, pechuga de pollo, ensalada de pollo y carne de puerco en salsa verde; todo tiene un costo de 60 pesos e incluye salsa, tortillas, arroz y frijoles, además sirven como especialidad sopa de lentejas, que cuesta 20 pesos el litro.
Desafortunadamente, debido a que no facturan y no pueden hacerse publicidad fuera de medios no regulados por las leyes fiscales mexicanas, como Facebook, donde administran un muro llamado Hermanas Brígidas de La Paz, su ventas en los últimos tres años se han reducido a la mitad, asegura la hermana Rita, por lo que este verano cerraron su cocina, a partir del 6 de julio, ya que es la temporada más baja y cada vez sobra más comida preparada en sus ollas. Rita afirma que no se van para siempre, regresarán en un par de meses, pero las nueve hermanas de la casa por lo pronto deberán ajustarse un poco más de lo común para salir adelante.
Malditos delincuentes.