Pacientes y enfermeras muertas, niños que lloran: los fantasmas del Salvatierra

Las historias hablan de muertos que no encuentran paz, enfermeras finadas que se niegan a dejar el servicio y niños que juegan en la obscuridad
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La Paz, Baja California Sur (BCS). Gran parte de los cuentos urbanos de la capital versan sobre fantasmas, espíritus que vagan en la realidad prisionera de un sitio determinado o de un momento exacto. Una de las leyendas modernas más conocidas es la del antiguo Hospital Juan María de Salvatierra y sus muertos que no encuentran paz, enfermeras finadas que se niegan a dejar el servicio y niños que juegan en la obscuridad.

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Las historias sobre la clínica que por más de 30 años vio fallecer a cientos de personas no son pocas, pero tienen coincidencias. El antiguo hospital se encontraba encuadrado en las calles Nicolás Bravo, Lic. Primo Verdad, Josefa Ortiz de Domínguez y Melchor Ocampo; en esta última calle, donde se hallaba la sala de urgencias y la lavandería, es donde ocurren la mayoría de los hechos, según narran los guardias de seguridad de la zona.

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Es común, platica “El moreno”, velador del lugar, que conductores se detengan y aseguren que detrás de los canceles hay una niña queriendo salir, pero siempre que revisan no hay nada. En una ocasión, apunta, poco después de las doce de la noche, “un muchacho de una moto” se estacionó bruscamente para reclamarle su indolencia ante los gritos de una pequeña dentro del hospital, pero cuando ambos fueron a revisar y no encontraron rastro alguno de ella, asegura, el joven “se fue así nomás, se subió a la moto y vámonos, se fue muy asustado”.

“Chino”, encargado de la cuadrilla de seguridad que patrulla los alrededores del nosocomio abandonado, tiene menos de seis meses trabajando en la zona, y ya es el que ha pasado más tiempo entre sus compañeros vigilando porque los demás “no aguantan”, asegura, los extraños sucesos que acontecen casi a diario, principalmente de media a noche a tres de la madrugada.

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Su anécdota más pavorosa ocurrió hace pocas semanas. Mientras fumaba un cigarrillo junto a la máquina de golosinas que se encuentra en la entrada principal del viejo sanatorio, escuchó un sonido proveniente de la parte baja de la rampa que anteriormente conducía de la recepción al área de psiquiatría y atención de mujeres. Encendió su lámpara y desde la parte alta de la rampa alumbró la oscuridad, donde los pasos de alguien arrastrando bultos se acercaban cada vez más, “pero no había nadie”, asegura, y los pasos cada vez estaban más cerca y más cerca, hasta que pasaron junto a él sin detenerse, acompañados del sonido típico de bolsas rozando el suelo, y salieron del hospital por la puerta principal, a sus espaldas.

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Asimismo está la historia de “primo”, que cuenta que un par de golpes secos detrás de la antigua morgue, alrededor de las tres o tres 20 de la madrugada, lo llevaron a realizar una revisión. Cuando llegó al lugar escuchó cómo se acercaba alguien aprisa, y al salir a su encuentro un par de puertas se cerraron bruscamente en sus narices. Por su puesto, al lograr salir, nadie estaba del otro lado de las puertas ni dentro del edificio. La situación no pasó desapercibida para él, y ahora afirma que no hay nada que lo haga volver ahí dentro.

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El Hospital Juan María de Salvatierra ha cambiado de sede en cuatro ocasiones desde 1890. En 1924 ya tenía capacidad para cincuenta enfermos y en 1937 fue rehabilitado. Desde su fundación hasta el año de 1960 se situó en lo que hoy es la Casa de la Cultura del Estado, el Hospital Militar Regional y la Secretaría de Salud (SSA). Ese año, bajo el mandato del general Bonifacio Salinas Leal, se inaugura de nuevo en la colonia Ruiz Cortines, donde hoy es el Centro de Internamiento y Tratamiento para Adolescentes (CITA), y durará en el lugar hasta finales de los setenta, cuando inicia operaciones en la colonia centro, donde hoy se dice que ocurren eventos paranormales, para ser clausurado en 2010 y trasladado a su ubicación actual, sobre la Avenida de los Deportistas.


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