La Paz, Baja California Sur (BCS). La conocida obra de teatro barroco La vida es sueño, escrita por Pedro Calderón de la Barca entre 1627 y 1629, ha sido representada miles de veces en México y el orbe entero, pero 39 años más tarde, en 1674, Calderón de la Barca, como otras de sus obras, reescribió la pieza para convertirla en auto sacramental, una vez que él había sido oficiado sacerdote, y esta versión “se ha presentado poquísimas veces en el mundo”, siendo La Paz uno de esos privilegiados lugares.
La compañía Teatro de Ciertos Habitantes ofreció esta puesta en escena en el Teatro de la Ciudad el 5 de septiembre, dirigida por Claudio Valdés Kuri, quien considera ésta “la gran obra cumbre de Calderón”, destacando que el auto sacramental La vida es sueño que vivieron los paceños es “más intensa, más profunda y más hermética” que la tradicional.
“No quitamos nada, está íntegro”, explica Valdés Kuri acerca del guión de 1674, “lo interesante es que obviamente un auto sacramental tenía como intención antes que todo evangelizar, que es la función básica de un auto sacramental, pero nosotros hemos encontrado que en este texto, además del conocimiento de un gran dramaturgo, que sabe crear dramas interesantes, atractivos para el público, subyace un conocimiento hermético o alquimista poderosísimo, todo son códigos que hablan de este conocimiento alquímico que tenía Calderón”.
La vida es sueño que todos conocen habla sobre Segismundo, hijo del rey de Polonia, Basilio, y cómo atraviesa diversas pruebas que lo llevan de la vileza a la introspección, para finalmente aterrizar en el raciocinio, la conciencia de lo superior y el autocontrol; La vida es sueño en auto sacramental es la historia del hombre y su creación desde la concepción del universo mismo y las fuerzas fundamentales del poder, la ciencia y el amor.
“Habla del tránsito de un ser humano en la adquisición de conciencia, que va más allá de cualquier religión, porque todos estamos en ese camino, de cualquier religión o filosofía, o incluso sin ella”, apunta Claudio Valdés. “Es el tránsito del héroe que tiene que pasar por varios estados hasta hacerse responsable de sus actos, que es lo mismo que existe en los tránsitos bíblicos […] Lo que hizo Calderón fue sintetizar la historia teológica de la humanidad occidental en una obra de teatro, pero lo que está mostrando es el trayecto que todos llevamos para adquirir nuestra conciencia, para crecer”.
Una de las particularidades de esta puesta en escena, hace notar el director, es que “está hecha por un grupo de catorce hombres nada más”, buscando “enfatizar que se habla de aspectos femeninos o masculinos del ser humano y no de género” y que “aunque es un texto simbólico y todo el trabajo ha sido traducirlo para el espectador contemporáneo, la gente sí saca reflexiones personales, ve reflejos de sí mismos, no queda como un texto lejano aunque es muy hermético”.
“Es un texto clásico dicho en versos”, pero lo estamos “acercando” al utilizar “instrumentos tradicionales y danzas tradicionales mexicanas que lo hacen muy accesible”, anota el dramaturgo, al observar las zonas interpretativas de su trabajo.
“Utilizamos el son jarocho, que tiene las mismas cadencias del verso calderoniano, o sea, funcionó perfecto, sencillamente a la música de Veracruz le pusimos los textos de Calderón, entonces se vuelve cercano, se vuelve atractivo y se vuelve vigente”.
El auto sacramental de Calderón de la Barca “se ha presentado poquísimas veces, es realmente un tesoro escondido”, insiste Valdés Kuri, recordando que se estrenó en el Festival del Centro Histórico de Ciudad de México, y antes de llegar a La Paz estuvo en Teatro El Galeón, la Muestra Nacional de Teatro en Monterrey, San Luis Potosí y Puebla. Después de la capital sudcaliforniana la obra pisará Tabasco y después Colombia, Alemania y “posiblemente” Inglaterra y Estados Unidos.
Para Claudio Valdés Kuri, la obra que presenciaron los paceños el sábado 5 de septiembre dicta un antes y un después en su carrera, por lo que no sólo fueron testigos de una pieza clásica del teatro universal sino del éxito de un artista mexicano.
“Esta obra en particular es un parte aguas, porque creo que es el reto más grande que hemos hecho, no sólo en cuanto al contenido, porque es una obra que llevo estudiando veinte años para poderla comprender, sino por la exigencia actoral; los actores en este caso tuvieron que aprender a cantar y bailar danzas específicas y además tocar instrumentos, de tal manera que hacen su propia orquesta, son actores, músicos, cantantes bailarines, muy complejo llegar a lograr esto”.
Muy buenas fotos