La Paz, Baja California Sur (BCS). México es un país donde conviven muchas culturas y BCS es un ejemplo de ello debido a su alta tasa de población migrante, sin embargo existe una particularidad en la población local al abordar el luto, según demuestra el maestro en Ciencias Sociales y tanatólogo Chikara Yanome Toda, quien observa que en la media península “a la gente le cuesta trabajo abordar el tema de la muerte”, a diferencia de otras zonas del país donde la partida final es una cuestión que se toca con mayor familiaridad, lo que provoca que los sudcalifornianos se caractericen por sufrir el duelo de pérdida “de manera aislada”.
“Mi experiencia ha sido que a la gente le cuesta trabajo abordar el tema de la muerte, no es un tema que se hable en casa en las familias, mencionarlo parecería como una invitación a la muerte a que venga a la casa. Esto ocasiona que la gente sufra el duelo de manera aislada, aún dentro de la familia, es decir, ‘vivo mi dolor en mi cuarto o lloro cuando nadie me observa’”, explica Yanome Toda.
Esto provoca que en los funerales sudcalifornianos comunes se observe un patrón de comportamiento, donde la participación de los asistentes puede definirse en tres círculos concéntricos alrededor del difunto.
“En el círculo exterior, la calle, encuentras a la gente escuchando música, hay risas, cerveza, etcétera; en un círculo intermedio habrá gente hablando en voz baja, quizás observando y esperando un momento oportuno o buscando palabras para acercarse; y en el círculo más cercano al difunto se siente el pesar y el dolor y generalmente está la gente más cercana. En Baja California Sur, a diferencia de otros lugares, no hay tantos rituales religiosos, por lo que es notorio cuando la gente no es originaria de Baja California Sur y pone más énfasis en esto”.
Chikara Yanome atiende en mayor cantidad a “pacientes con mal pronóstico para la vida y en etapa terminal”, por lo que hasta el día de hoy no ha atendido a familiares de la ola de asesinatos que se vive en La Paz, sin embargo, apunta, sí ha sido un tema que ha tratado con colegas de otros estados, a fin de para conocer su forma de abordaje.
“Está claro que este tipo de muerte puede ocasionar un duelo complicado. Todos los fallecimientos violentos, súbitos, de cuerpo ausente, por secuestro y demás, tienen esa característica, así como fallecimientos que están en los medios de comunicación, los cuales generan una revictimización […] El trabajo con los pacientes de los que mueren súbitamente se hace con familiares cercanos, en ocasiones con amigos, y es muy diferente ya que el dolor nos toma por sorpresa y nubla los sentidos. En muchas ocasiones, la gente ante el dolor intenso no puede pensar claramente y se plantea miles de preguntas, desde las cuestiones básicas como los gastos económicos, hasta reclamos a su dios o al propio fallecido. Aquí lo importante es identificar la emoción predominante, el historial de pérdidas del paciente, las herramientas que tiene para afrontar la pérdida y acompañarlo en su proceso de duelo”.
“Atiendo más a pacientes y familiares de pacientes con mal pronóstico para la vida y en etapa terminal, lo cual lleva más tiempo y permite elaborar un proceso que llamamos duelo anticipado. El estado terminal permite, en la mayoría de casos, o abre, una oportunidad para la despedida y para cerrar círculos, lo que los médicos refieren como ‘poner en orden’ tus pendientes. El inicio del trabajo con estos pacientes empieza desde la comunicación de la mala noticia, la noticia del padecimiento o estado terminal. No es mi labor decirle, pero sí estar cerca y acompañar durante el proceso de asimilación de la noticia. El duelo anticipado permite al paciente y familiares el agradecer, despedirse, reconfortar y es, sin duda, una base para que el proceso no se convierta en un duelo patológico”.
En los últimos dos años, muestra el tanatólogo, ha encontrado que durante verano hay mas pacientes por temas de accidentes, mientras que en los meses de invierno se ha visto incrementado el número de pacientes mujeres de alrededor de 40 años de edad, quienes presentan “un duelo retrasado, es decir, algún tema pendiente del cual tienen una astilla guardada o alguna duda”.
Chikara Yanome Toda proviene de una familia de origen japonés y trabaja un enfoque humanista. Recuerda que su acercamiento a la tanatología, palabra que proviene del griego Tánatos, personificación de la muerte sin violencia, emana de su búsqueda de herramientas personales para afrontar este paso en la vida, y así “poder ayudar a reencontrar un poco de luz”.
“Vengo de una familia de origen japonés, con influencia sintoísta y cristiana, y cuya historia, como migrantes japoneses, nos ha empujado a tener poco apego a las cuestiones materiales e incluso personales. Mi abuela nos enseñó a ‘no extrañar’.
Ella venía de Japón, poco antes de la Segunda Guerra Mundial, y sin posibilidad de regresar, por lo que ‘no extrañar’ era una estrategia muy sabia. Todo ello me lleva a pensar y sentir la muerte como algo natural, sin negar que hay tristeza en ello. La formación como tanatólogo me ha permitido ver y entender que el dolor existe, va y viene, pero es posible afrontarlo y seguir viviendo bien. También me permite vivir la vida diferente, hoy, a mis 43 años, puedo decir que he hecho lo que he querido y podría morir en paz, sin embargo sigo teniendo sueños, planes.
Como tanatólogos tenemos contacto con familias que pierden lo que más quieren, y eso te obliga, como humano, por congruencia personal, a llegar y abrazar con todo a tus seres queridos cada día. Sería negligente como persona no hacerlo. Como profesional sería incongruente pedirle a tus pacientes que enfrenten su dolor y yo no enfrentar los míos. Como tanatólogos entendemos la muerte como algo natural y con esa idea nos acercamos a la sociedad. Ser tanatólogo es una actividad, un oficio, casi artesanal, ya que cada historia, cada persona, es única y la forma en que cada persona vivimos el dolor, el sufrimiento y la pérdida de nuestros seres queridos es distinta. No hay un método único. El contacto entre paciente y familia no se centra en un método único o en una discusión filosófica o religiosa sobre la muerte y la vida, es, ante todo, una conexión de humano a humano”.
Chikara Yanome Toda es licenciado en Trabajo Social por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y maestro en Ciencias Sociales por la Universidad Autónoma de Baja California Sur (UABCS), asimismo, fungió como coordinador voluntario de Green Peace México, subdirector de Coordinación Institucional en la Dirección General de Atención a Grupos Vulnerables de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) y coordinador del Programa para Contribuir al Ejercicio de los Derechos de la Infancia en la Población de Familias Jornaleras Migrantes Asentadas en Baja California Sur; actualmente es coordinador de Integración Social y Acompañamiento Humanista y Tanatología en el Centro de Rehabilitación Infantil Teletón (CRIT).