Benita, mujer que huyó de los golpes de su marido y hoy refugia en BCS a víctimas de maltrato

Tras sufrir golpes y vejaciones, Benita decidió establecerse en BCS e instalar un albergue para atender a mujeres víctimas de violencia
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Por María Elisabet

La Paz, Baja California Sur (BCS). Ojos negros, piel canela y cicatrices de tiempos pasados. Hace 22 años Benita escapó de su casa en San Matías Atzala en Puebla y de su esposo golpeador. Con un hijo en cada mano llegó a La Paz para esconderse del hombre que la conquistó con serenatas y se transformó en experto en el manejo del cable de luz tras el primer día de casados. 10 años después de llegar a Baja California Sur estableció un refugio para ayudar a mujeres en la situación de la que ella logró huir.

La casa de Benita se convirtió en el hogar de mujeres y niños víctimas de violencia física y sexual, y de adultos mayores que no fueron recibidos en el albergue gubernamental. En la actualidad viven bajo el mismo techo 33 personas que sobreviven de la vendimia de raspados y de donaciones voluntarias. Siempre que han solicitado ayuda, el Gobierno les responde que no la necesitan porque “ya tienen mucho”.

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Cicatrices de tiempos pasados

Benita entiende a las mujeres que le tienen miedo a su pareja. Ella se casó a los 14 años con un hombre que le doblegaba la edad pero que le prometía el cielo y las estrellas. El inicio de todo fue el día de su boda, cuando la suegra la puso a moler maíz hasta que le sangraron los dedos. Lorella Castorena, investigadora de la Universidad Autónoma de Baja California Sur, señala en el reciente estudio sobre violencia feminicida en el Estado, que la casa es el lugar más peligroso para la mujer y que la razón de la violencia contra ellas es el  puro machismo.

Benita cuenta su historia en una oficina donde apenas cabe un escritorio adornado con portalápices reciclados y dos libreros. Recuerda que al segundo día de haber contraído matrimonio ya la habían puesto a ordeñar vacas y que llegar a derramar leche era significado de golpes. Para expertos, la violencia es el factor  principal para mantener sometidas a las mujeres. “El hombre”, como llama a su ex pareja, también la obligaba a peinarse con dos trenzas y a usar faldas largas todos los días.

Sabía que si el esposo mandaba a sus hijos con los abuelos, equivalía a una golpiza. Hasta hace poco sus descendientes se enteraron que era víctima de agresiones físicas. La primera característica de la violencia contra las mujeres, según el diagnóstico del que fue responsable la doctora Castorena, es la invisibilidad. Los golpes “son concebidos como eventos del ámbito privado donde los demás, incluso las autoridades, no deben inmiscuirse”.

No soy gran cosa pero soy todo lo que tengo

En una ocasión, cuando ya tenía ocho años de casada, el director de la escuela a la que iba uno de sus dos hijos le preguntó “¿por qué permites que te peguen?” y le regaló un libro: No soy gran cosa pero soy todo lo que tengo. A penas comenzó a leerlo cuando “el hombre” lo encontró y lo quemó, sin embargo, en ese momento Benita entendió que no merecía esa clase de vida. La segunda característica de la violencia feminicida es la normalidad provocada por una cultura patriarcal que “autoriza al varón a ejercerla cuando su objetivo es corregir comportamientos que se salen de la norma”.

Decidió denunciar pero el hombre se adelantó. Cuando llegó a la oficina de Gobierno, el presidente municipal le escupió en la cara que su esposo era un pan de Dios si no ya la hubiera matado. Nunca supo que fue lo que su expareja le dijo al alcalde del pueblo, pero no olvida que se levantó la falda, le enseñó las heridas provocadas por el cable de luz y salió de la oficina sin voltear atrás.

Estado cómplice

La ciudad de México y Guadalajara le parecieron demasiado cerca de Puebla y decidió llevarse a sus hijos a La Paz. Aun así, el hombre la encontró y le quemó todas sus pertenencias; nunca procedió la demanda que Benita puso contra él. Para erradicar la violencia el Estado debería “atender el problema con la seriedad que corresponde”, pero según Lorella Castorena, al no hacerlo se convierte en cómplice de los agresores: “la impunidad es la consecuencia de la invisibilidad y normalidad en la que viven las mujeres víctimas de violencia”.

Al albergue de Benita, ubicado en el bulevar Francisco Mújica con calle Delta, han llegado mujeres descalzas y en paños menores porque el marido las sacó a la calle mientras se le pasaba algún coraje. Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el 89.5% de las mujeres violentadas en Baja California Sur no piden ayuda. Para la doctora Lorella Castorena, la razón es saber que no existe una institución capaz de resolver su problema.

¿Qué ayuda tenemos? Se pregunta Benita. “El gobierno no cumple con la obligación de protegernos”. En su experiencia y tras 11 años de recibir a mujeres violentadas en Baja California Sur, opina que la mayoría de las mujeres víctimas piensan que es normal que les peguen. Además, las instituciones a las que pudieran acudir “están sobrepasadas”, asegura la doctora Lorella.

El 89% de los casos de violencia extrema en el Estado entre 2007 y 2014 ocurrieron en La Paz y Los Cabos. Para realizar el diagnóstico, investigadoras de la UABCS trabajaron con las notas periodísticas publicadas durante esos años, porque la PGJE se negó a dar cualquier tipo de información. “Es opacidad. No hay acceso a la fuente oficial lo que dificulta el trabajo de investigación que es fundamental para el diseño de políticas públicas y para la toma de decisiones”, se lamenta la responsable del estudio.

Pero lo que no ha hecho el Gobierno del Estado lo hace Benita. En una ocasión llegó una mujer temblando y golpeada. Pasó 4 días sin comer y apenas hablaba del miedo que tenía. Benita estaba ocupada así que le lanzó un ultimátum a una de las refugiadas: “Hoy quiero ver a esa señora comiendo con nosotros”. Y no sabe cómo le hizo pero a la hora de la comida la señora convivió con todos y “nunca se volvió a encerrar”. Ahora es una de las ayudantes del albergue.

En 2011, en el Estado 51,578 mujeres afirmaron haber sido víctimas de violencia física o sexual por parte de sus parejas. Una situación que conforme al diagnóstico consultado, tiende a crecer debido al poco avance  en la erradicación de la cultura machista que impregna el aire a lo largo de la República Mexicana.

Antídoto contra la violencia

Otra labor crucial del refugio es con los niños. Pequeños desde 4 a 15 años que a su corta edad han sido víctimas de la violencia más repugnante que uno podría imaginar. A Benita, que se ha ganado el apodo de mamá, le recuerdan que esos niños van a necesitar ir a la universidad y no podrán pagarlo, pero con una sonrisa y sin espacio para dudas siempre responde: “claro que podremos”.

Aunque a veces la comida escasea, ni Benita ni las mujeres del albergue viven con miedo, como es el caso de la mayoría de las víctimas de violencia feminicida en Baja California Sur. Y mientras no exista una institución que proteja a las mujeres que tienen que soportar golpes y humillaciones, el antídoto contra la violencia serán personas como Mamá Benita.


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Vemo [Timeless]
Invitado
Vemo [Timeless]
8 años hace

Lorella Castorena debería saber bien que el problema es de las personas que están detrás de las instituciones, no el estado en sí.
Pero usar y acusar al «estado» está muy de moda, así como utilizar en un discurso «la invisibilidad» de la mujer

Jose alfredo rios
Invitado
Jose alfredo rios
8 años hace
Responder a  Vemo [Timeless]

cállate maldito imbécil, ignorante de mierda, si te pregunto cuál es la diferencia entre estado y gobierno o entre gobierno y servidores no lo sabes.
solo ladras a lo pendejo palero (a) de mierda.

Vemo [Timeless]
Invitado
Vemo [Timeless]
8 años hace
Responder a  Jose alfredo rios

«putos de mierda, que asco, que pasa gobierno , vamos en retroceso y degradacion social , porque disfrazan de correcto lo que que es impúdico inmoral atenta contra las buenas costumbres y crea un deterioro en la sociedad ? los derechos ya sea clasicos o los modernos llamados humanos no pasan de abedecer la misma regla de tu derecho termina donde empieza el mio, y hasta ahora no estan tomando en cuenta a la sociedad mayoritaria. No queremos esos espectaculos aberrantes para nuestros hijos. eso no es cultura ni libre expresion, eso es dar rienda suelta a los vicios y… Lee más »

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