La Paz, Baja California Sur (BCS). Colmada de crítica, brutalidad y humor negro, la puesta en escena El año de Ricardo, ganadora del II Premio Valle-Inclán de Teatro y presentada este 6 de agosto en el Teatro de la Ciudad, sacudió a los espectadores paceños, quienes no pararon de reír desde el inicio de la obra y agradecieron el trabajo de la compañía de teatro La Fábrica aplaudiendo de pie.
El monólogo fue escrito por la poeta y dramaturga española Angélica Liddell, se trata de una adaptación de The Life and Death of King Richard III, de William Shakespeare, dirigida en México por Alonso Barrera y protagonizada por María Aura, en el papel de Ricardo, y Juan Velázquez, en el papel de Catesby.
Estos dos personajes, a través de 12 capítulos, revelan los pasos necesarios para comenzar un ascenso implacable hacia la tiranía, todo enmarcado en los regímenes democráticos y legítimos de la actualidad. Catesby es el criado de Ricardo y no tiene lengua, por lo que se limita a obedecer y callar. Ricardo es un sádico magnate sin escrúpulos que goza de su ambición y reconoce estar resentido con su familia y con todos los que lo rodean.
Los textos de Liddell, las largas reflexiones de Ricardo, contienen una construcción poética que convive armoniosamente con la narrativa, y nos regala aforismos como: “hay que matar por ideología y no por pasión”; al igual que reflexiones que evidencian las heridas de juventud del personaje, al mismo tiempo que su poder sobre la sociedad, como cuando se pregunta: “¿cómo sería este país si no me hubieran insultado de niño?”.
“El año de Ricardo toca temas muy fuertes, sociales, es una obra muy crítica, que para mí, en este momento de mi vida, y sobre todo en este momento que vive el país, era importante decirlo”, comenta María Aura, añadiendo que este personaje que le toca interpretar “tiene muchas similitudes con los dictadores actuales, los políticos actuales, con los empresarios actuales”.
Durante la obra aparecen videos y fotografías. Hay una escena donde Ricardo habla de sus amistades con personajes contemporáneos, y entre ellos menciona al presidente Enrique Peña Nieto, Juan Carlos I de España, el Papa Benedicto XVI, entre otros, pero también, al final, cuando la obra se torna hacia la devastación y la muerte, se enfoca la imagen del fotoperiodista Rubén Espinosa, víctima de un multihomicidio ocurrido en Ciudad de México.
Al recibir el II Premio Valle-Inclán de Teatro, Angélica Liddell se mostró sorprendida, pero consideró que “es importante que haya una parte crítica de las cosas y que eso se valore”, pues “ya está bien de que se le den premios a gente complaciente y a gente que no tiene nada qué decir”, dijo, “por lo menos, bueno, que nos dejen insultar a gusto”.
“Yo me desenvuelvo muy bien en el exceso y en los extremos, y también creo que hay que poner al espectador en una situación extrema para que pueda reflexionar y para que le pueda generar un conflicto”.
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