Kendra Skarlet, una paceña que vivía en el cuerpo de Felipe de Jesús

La historia de un hombre que siempre supo que debió nacer mujer
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La Paz, Baja California Sur (BCS).  Desde su nacimiento, sus padres sabían que el varón a punto de emerger del vientre de doña Elsa, tendría más hormonas femeninas.  El 24 de diciembre de 1986, el doctor se enteró cuando realizó estudios generales en el niño, para conocer los niveles de azúcar y calcio.

El médico explicó a Elsa Guadalupe García, y a su esposo Alfonso Cervera Morales, una serie de diferencias que su hijo tendría con el resto de las personas de su edad.

Sus papás lo registraron como Felipe de Jesús, pero con el tiempo cambiarán de parecer y la llamarán Kendra Skarlet Cervera García.

“En la primaria me veía igual de femenina que mis compañeras; fue algo difícil. Me decían lesbiana”, confesó Kendra mientras bebía de un moka en una taza amarilla. No se quita los lentes, quizá el reflejo del sol de las 3 de la tarde le imposibilite ver.

Ella vive en la colonia Ampliación Navarro Rubio. Todos los días sale correr, se baña y solía hacer las relaciones públicas de un bar. Por las tardes, al terminar sus labores, salía a caminar por el corredor turístico.  Nació en el Distrito Federal, pero el terremoto de 1985 alentó a su padre a viajar a La Paz.

Han pasado 28 años de su vida, ahora, don Alfonso de 61 años tiene diabetes, está enfermo del corazón y tiene un empleo de velador para alguna empresa privada de las que abundan en la ciudad.  Doña Elsa a los 57 años es ama de casa y es muy unida a Kendra.

A los siete años, se iba de casa con una caja de dulces a vender por la ciudad. A veces llegaba a la catedral cuando terminaba la misa.

Kendra es la menor de cinco hijos. Ella los cuida. Hace dos años se separó de su esposo, explica, debido a una relación de contrastes con momentos “feos, tristes y alegres”. Presume de haber sido educada para basar sus decisiones  en valores inculcados por sus viejos y, quizá, la iglesia católica.

Aborrece tomar cualquier tipo de alcohol. Prefiere actuar de manera sobria. “Estar en mi juicio, la diversión no viene del alcohol; 100% libre de alcohol”, dice.  De hecho no afirma no salir, o por lo menos, eso comenta. Lo que se nota por el encendedor rosa entre sus senos, es un gusto culposo por fumar.

Ha consumido los últimos 10 años estrógenos, lo que ha servido para que su cuerpo acelere los cambios que tanto deseó desde pequeña: pechos, caderas torneadas y glúteos más firmes; pero todo tiene su precio.  Ella está consciente de las afectaciones al riñón o al hígado por tomar tantas pastillas.

Sin embargo, correrá el riesgo. Por eso, tampoco teme a una operación para colocarse silicón y hasta cambiar de sexo, aunque sea doloroso.

“Nunca reniego, pero Dios, te equivocaste de cuerpo”, recalcó.

Fue tajante al mencionar: “Soy única en mi existencia, tengo valores y principios, no soy del montón. Me fomentaron una educación y tengo mi dignidad intacta. Gracias a Dios siempre me apoyaron con tanto amor, si me hubieran rechazado no sé qué fuera de mi vida o dónde estuviera en este momento”.

Por segunda vez se ha enamorado. Lo conoció en Facebook. Se casa en unas semanas, en la playa de manera simbólica. Su vestido será blanco con negro, igual al diseño que está en la pantalla de su celular.  Su novio se declara heterosexual y ella lo espera con ansias.


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