La Paz, Baja California Sur (BCS). A más de 100 años de su construcción, la antigua cárcel de Mulegé modelada al estilo porfiriano continúa en pie y es uno de los atractivos turísticos más relevantes de BCS, pues además de la sobria beldad arquitectónica que la constituye, ahora hecha museo guarda lo más tangible del pasado: sus objetos.
La cárcel sin puertas fue edificada con motivo de los festejos del primer siglo de la Independencia de México, por órdenes del presidente Porfirio Díaz Ordaz, al igual que el Teatro Juárez y el expalacio municipal en La Paz, hoy Centro Cultural La Paz (CCLP), así como el Palacio de Bellas Artes en Ciudad de México, que se inició en 1904 y, entre otras cosas, debido a la Revolución Mexicana, se terminaría hasta 1934.
Para 1906, el ahora Museo Excárcel de Mulegé ya había sido culminado. La construcción de éste y todos los edificios de la península que conmemoraban los 100 años de la Independencia estuvieron a cargo del general Agustín Sanginés Calvillo, en ese entonces jefe político del distrito sur y norte de Baja California (BC).
En el lugar aún se guardan cartas de relación fechadas en 1970, cuando el reclusorio ingresaba a sus últimas décadas, registraba una población de 16 presos y existía lo que llamaban “pena corporal”. El alcaide de la cárcel era José Meza Navarro, y, según estos documentos, tenía 50 años de edad para ese momento, así como cinco años de servicio.
También puede observarse en estos registros que para ese año el procesado que llevaba más tiempo en la cárcel era Joaquín Díaz Herrera, quien ingresó en 1959 y cumplía una condena de 14 años por homicidio.
Así también pueden conocerse otros casos, como el de Natividad Pérez Ruiz, quien cumplía 18 años de condena, igualmente por matar a una persona, pero en el espacio que dice “fecha de privación de la libertad”, se lee “no hay expediente”; o el mensaje enviado al “sub-Delegado de gobierno” (sic), que dice: “el reo que da mas problemas es el reo Agustin Cossio Mendez causa que siempre se tiene […] un castigo” (sic).
La cárcel está constituida por cuatro niveles concéntricos. En el primero, que es el exterior, destacan sus torres y almenas, especiales para apuntar a distancia con rifles.
En el segundo, atravesando la puerta principal, se encuentran cuatro celdas para mujeres y salones de servicio. Entre otras cosas, llama la atención un dibujo de la Virgen de Guadalupe, realizado por una de las internas.
En el tercero se hallan las famosas celdas abiertas, 69 de ellas, donde se encontraban los presos que podían salir de 6 de la mañana a 6 de la tarde para trabajar y convivir con sus familias, algunos de ellos tenían sus casas justo debajo del lugar. Cuando llegaba la hora, eran llamados con el sonido de un caracol de viento para regresar.
El cuarto nivel, corazón de la estructura, albergaba a los 26 convictos más peligrosos, los cuales no podían abandonar bajo ningún motivo esa área. La cárcel de Mulegé fue considerada muchos años de máxima seguridad.