La Paz, Baja California Sur (BCS). La primera nevería de La Paz data de los años 40, fue inaugurada en 1942, para ser precisos, y hasta el día de hoy conserva la tradicional técnica para preparar helado, así como el mismo nombre: La flor de La Paz.
Ahora es administrada por César Adonaí Taylor Román, nieto de doña Éver Rodríguez, quien incursionó en el negocio, que antes se ubicaba en la zona centro, sobre las calles Belisario Domínguez e Independencia. Doña Éver era originaria de Apetlanca, Guerrero, pero vivió gran parte de su vida en Ciudad de México, donde su padre, a principios del siglo XX, era dueño de una nevería llamada La flor de Guerrero.
Después de 1911, recuerda César Taylor, “en una de las incursiones de los revolucionarios, como el papá de ella tenía la nevería, lo asesinaron”, por lo que “el negocio se perdió en aquella época”. Luego de la muerte de su padre, Éver contrajo matrimonio con un militar originario del Distrito Federal (DF), don Ángel Román, quien después de la Revolución Mexicana y pasar una temporada en Sonora, es designado administrador del Hospital Militar en La Paz, cuando operaba en el barrio El Esterito.
Éver inició un negocio de venta de jabón, pero no duró mucho antes de que se decidiera a seguir los pasos de su padre, recordando la receta que le dejó antes de morir, y fue entonces cuando rentaron un local a la familia Ruffo y nació La flor de La Paz, colindante al Jardín Velasco, donde permaneció 52 años y llegó a tener 15 mesas familiares y servicio a vehículos, ofreciendo empleo hasta a 10 trabajadores, además de sostener a la familia.
Los primeros sabores fueron chocolate y vainilla, siendo este último el más solicitado por el sabor natural que logra la familia, y con el paso del tiempo la oferta se ha diversificado, siempre ofreciendo frutas naturales y una preparación que tiene más de 100 años de antigüedad.
Hoy, y desde hace 20 años, la nevería más antigua de La Paz se encuentra sobre el bulevar Forjadores de Sudcalifornia y continúa, como nos confiesa don Taylor Román, “por amor al arte”, pues “los negocios tradicionales ya no son rentables” en medio de la industrialización y las políticas de estado contra la obesidad que han satanizado al helado.
“No saben nada de lo que en realidad, al menos estas nieves, son. Toda la receta está hecha con alimentos de la canasta básica, y yo no le veo lo chatarra a eso, pero es una nieve artesanal, y todo lo artesanal tiene una tendencia a desaparecer. No sólo vendemos sabores, sino que ofrecemos recuerdos, hay gente que visitó La flor de La Paz desde niños hasta sus últimos días”.
Me agrada que pongan reseñas de los negocios locales, los que nos han visto pasar a casi todos los Sudcalifornianos. Apoyemos la economía local. Ya lo dijo Schumacher: «Lo pequeño es hermoso».