La Paz, Baja California Sur (BCS). El Mercado Francisco I. Madero es un recinto popular que ha resistido el embate del tiempo por 42 años, pero la llegada de las grandes plazas comerciales ha sentenciado a estos lugares a una agónica existencia.
La familia de Víctor tiene cuatro locales en el lugar, por más de 20 años. Él ha sido testigo cómo la afluencia de personas fue disminuyendo poco a poco. La modernidad ahora es su peor enemigo, pues obviamente “en las navidades había mucho más movimiento”.
Aquí ya todos se conocen. Comprar medio kilo de carne o una vela para un ritual religiosos, casi siempre católico, se convierten en mero pretexto para volver, sentarse a platicar con los viejos comerciantes. Pasear es husmear en el ayer desde el presente.
Un 12 de noviembre 1972 comenzó la operación del centro comercial popular, en el que los productos regionales, así como artesanías de la región de otros estados. Los aromas de pescado y el marisco compiten con el olor a carne de res, fruta fresca o fritangas.
Los vestidos para quinceañeras en colores pastel, las zapatillas plateadas de plásticos y las camisas rancheras de cuadros decoran los pasillos que se iluminan u oscurecen conforme te adentras en el laberinto.
Un mercado popular es una frontera que divide todo lo que fue de lo que será. Este es otro ejemplo de la lucha diaria de la transformación de la sociedad sudcaliforniana.
Las figuritas de cerámica varían desde niños dioses hasta mariachis. Todos detrás de vitrinas de vidrios, mudo espectadores de los paseantes.