No somos invasores, ni seguimos a un político: vecinos del asentamiento en Jardines del Recuerdo

Se trata de ocho familias, algunas sudcalifornianas y otras de los estados de Jalisco y Sinaloa
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La Paz, Baja California Sur (BCS). “No nos trajo ningún político, nos trajo la necesidad”, asegura María de Jesús Alvarado, madre de una de las ocho familias que viven en el recién descubierto asentamiento ubicado en el cerro El Mezquitito, detrás de la colonia Agua Escondida y el panteón Jardines del Recuerdo.

Aunque los medios de comunicación dieron a conocer apenas la ubicación de esta población, el establecimiento tiene por lo menos cuatro años. Las familias del lugar, algunas sudcalifornianas y otras de los estados de Jalisco y Sinaloa, dicen no ser invasoras, pues los propietarios de las zonas circundantes, afirman, les han delimitado bien sus tierras y ellos no se meten en el espacio ajeno.

“No estamos invadiendo, y queremos gente de paz, de orden […] Nos dicen que es una zona de alto riesgo, pero si es así que nos ayuden a conseguir un lugar, no queremos nada regalado, nosotros estamos acostumbrados a trabajar y a lo poco”, señala la señora Alvarado, que lamenta ser rechazada por las líderes de las colonias vecinas al momento de recibir apoyos de gobierno, pues le muestran que al vivir en las faldas del cerro cualquier construcción pronto será removida por las autoridades, quienes, cabe enfatizar, hasta el momento no se han acercado.

Dos de las familias de El Mezquitito están conformadas por parejas de la tercera; dos más son hombres solitarios, uno de ellos adulto mayor y albañil, el otro menor de 40 años y herrero; y el resto son familias de padre, madre e hijos, de dos a cuatro por matrimonio.

Israel, el herrero, es de Guadalajara. Ha vivido en La Paz por 12 años, siempre en la periferia. Hasta hace un par de meses rentaba una casa en Agua Escondida, pero cuando se enteró de los habitantes del cerro El Mezquitito, no dudó en iniciar la construcción, a base de madera, piedra y cartón, de su propia casa, que ya ondea incluso una bandera de Las Chivas.

Muestra que, a sabiendas de no tener “el derecho”, ha echado del lugar a más de una persona que busca establecerse pero acompañado de basura, drogas y alcoholismo o distintos malos hábitos, reafirmando que contribuye al desarrollo sano de la incipiente colonia.

En este punto los residentes exigen a los gobiernos que ofrezcan el servicio de agua potable y el de luz eléctrica, pues además de ser una zona de riesgo se enfrentan a la delincuencia motivada por la obscuridad y a la falta de higiene que provoca la escasez de agua. Asimismo, adelantan que no piensan moverse sin antes contar con seguridad para sus familias y su persona, pues la situación económica que viven no les permite tomar otras opciones.


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