La Paz, Baja California Sur (BCS). Más del 50 por ciento de los abuelitos que habitan el Asilo de Ancianos San Vicente de Paul son personas que no se casaron y no tuvieron hijos; el 30 por ciento fueron abandonados por sus familiares y tan sólo el 20 por ciento restante es visitado con regularidad por hijos, nietos y bisnietos.
El asilo cuenta con un registro de 50 veteranos, 26 mujeres y 24 hombres, logrando una edad promedio por encima de los 85 años de edad. La habitante más joven apenas tiene 65, mientras que el mayor está a cuatro años del centenario.
Las enfermedades más comunes que los aquejan son la diabetes y la hipertensión, generalmente a causa de una mala alimentación a lo largo de su vida, lo que les genera principalmente, muestran sus cuidadores, amputaciones y depresión.
María Odalys Sarmiento Rodríguez, directora del asilo más importante de la ciudad y el que alberga más adultos mayores, explica que existen tres categorías de huéspedes: “La gente que creció y nunca se casó y no tuvieron hijos, entonces llegan a ancianos sin familias directas que puedan ver por ellos”; “quienes hace muchos años ya llegaron al asilo y sus familiares los abandonaron y no han vuelto a ver por ellos”; y “los menos, desafortunadamente, que tienen familias que ven por ellos, que los visitan los fines de semana y no se pierden una cita médica”.
El abuelito que suma más años sin saber de los hijos que lo llevaron a San Vicente de Paul cumple ya más de 10 veranos, y hay que decirlo, según nos confiesa la directora, hay algunos asilados que “ya no quieren saber más de sus hijos”.
Aquí tres breves historias: La chica más joven del asilo se llama Jenny, es sordomuda y tiene algunos problemas de movilidad, pero es muy alegre. Su hija vive en Estados Unidos y hace poco volvieron a hacer contacto luego de 23 años. Conoció a sus tres nietos por Facebook.
Arturo León, tiene 95 años, fue taxista la mayor parte de su vida. Siempre que le preguntas su edad dice “pero bien vividos”. Pasó más de 50 años siendo taxista y vivió las historias más extrañas que una persona puede contar abordo de un vehículo.
Y Guadalupe Reyes, “Lupito”, originario de Oaxaca, que sólo recuerda que ha sido vendedor de dulces por muchos años, mientras que la familia ya es una evocación casi nublada por completo, y el Asilo de Ancianos San Vicente de Paul es el descanso que siempre imaginó. “Siempre soñé con un lugar como este para vivir y doy gracias a Dios todos los días porque estoy en el lugar que soñaba”.
Como siempre, la mejor pluma periodística de BCS; Iván : te felicito por darle VOZ a los que tradicionalmente son ignorados de manera brutal por la sociedad consumista y frívola en la que vivimos actualmente