Hombre de 88 años y con 51 hijos pide dinero en La Paz; gana hasta 500 pesos diarios

“Ellos me quieren llevar con ellos, a su casa grande, pero yo no quiero. Para qué, si me van a tener encerrado en un cuarto, ahí mirándome, más rápido me voy a morir así", dice Don Pancho
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La Paz, Baja California Sur (BCS). Todos los días, desde las 10:00 hasta las 17:00 horas, “Don Pancho” pone su sombrilla y se sienta en su silla para que, quienes pasan entre las calles Luis Donaldo Colosio y Mariano Abasolo, le “echen dinero” en su bote amarrado a uno de sus muletas, y con esto poderse mantener, ya que a su edad ya no le dan trabajo.

Francisco Flores Zamora – su nombre completo – tiene 88 años y es originario del estado de Guanajuato, platicó. Van varias veces que viene a La Paz porque dice que “le gusta”. Vestido con ropas ya desgastadas, un sombrero, lleva dos muletas que le ayudan a caminar, pues “le duelen las rodillas”, comentó.

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Platicando con “Don Pancho”, contó: “Yo vivo solo, me quedo en un hotel que está por la calle Belisario Domínguez y 5 de Mayo. Ahí me cobran 2,500 al mes. Yo voy a Coppel para mandarle dinero a mis hijos”. “Sí, sí me va bien a veces, hasta 500 pesos en un día, la gente se porta bien conmigo, me ayuda, me regalan comida y agua”.

“Don Pancho” narró que él nació en Guanajuato y que, desde los 13 años, aprendió a manejar los tractores. Después, se convirtió en conductor de tráileres, viajando por muchos lugares del país. “Ya no me dejan manejar. Yo manejo recio (se ríe). Cuando yo tenía 80 años tuve mi última licencia”, dijo.

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Al preguntarle si tenía esposa e hijos, respondió: “No, ya no tengo esposa […] si te digo cuántos hijos, te vas a asustar. Tengo 51. Todos reconocidos y registrados. Imagina, si tengo 51 hijos, ya perdí la cuenta de cuántos nietos, bisnietos, tataranietos tengo”, confesó el oriundo de la zona del Bajío. “Tengo una hija que es abogada y todo; y dos que son licenciados; pero, otros sí están amolados”, agregó.

“Ellos me quieren llevar con ellos, a su casa grande, pero yo no quiero. Para qué, si me van a tener encerrado en un cuarto, ahí mirándome, más rápido me voy a morir así. No, a mí me gusta ver y oír a los pájaros, platicar con la gente […] Y un asilo no, es muy feo, es como un infierno eso”.

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Ya son varias veces que el señor Francisco viene a La Paz, porque le gusta. Comenta que allá le da vergüenza que lo vean, pues, como no le dan trabajo, tiene que pedir dinero.

“Desde esta última vez, llevo dos meses aquí en La Paz, pero ya he venido otras veces. Regresaré a Guanajuato a ver a mis hijos, pero ya que junte dinero y pueda llevarles”, platicó, además de que su sueño es comprarse un tráiler para él y viajar a Zihuatanejo y también el poderse comprar un terreno en la Capital sudcaliforniana.


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