Ulises Martínez, el muralista oaxaqueño que invade La Paz con animales mágicos

La Paz, Baja California Sur (BCS). El artista plástico oaxaqueño Ulises Martínez Hernández realiza uno de sus más grandes murales en La Paz, como fachada del Mercado Francisco I. Madero, donde continuará su serie “Animales Mágicos”, que se encuentra tanto en la capital de la media península como en los estados de Oaxaca y Guanajuato. Las dimensiones superan los tres metros de altura y los 19 metros de longitud, la temática será el mar, la comunidad del centro y las primeras colonias de la ciudad, siendo protagonista una gran ballena.

Durante su intervención, que dura más de una semana, el trovador Alberto Aguilar, acompañado de Isabel Miranda Marín en la kena y los timbales.

Ulises Martínez es autodidacta y hasta el día de hoy cuenta con más de 30 muros intervenidos en México y una instalación artística en Casa Valentina La Paz. La mayoría de sus obras se hayan en colonias de la capital de BCS, alrededor de 22, que es donde radica desde hace tres años, después de dejar Oaxaca de Juárez.

“Pienso que el arte es un agente de cambio”, platica Ulises, “es infinito y conmovedor. Me gusta pintar en las calles y parques porque siempre es una aventura encontrar a gente que hace una interpretación de mi trabajo. Cada quien tiene una forma particular de ver las cosas, cada quien mira con los ojos de su vida y lo interesante es que las personas pasan por ahí, al ir por sus hijos, o van al trabajo, y no se esperan ver un muro con muchos colores, cuando se detienen encuentran también muchos detalles, los cuales ayudan a que exista una comunicación entre el espectador y el mural. Por eso es importante que existan este tipo de manifestaciones en la calle, la gente reacciona al ver color. Al cambiar el aspecto de un lugar, cambia la comunidad y al existir una comunicación la gente se cuestiona.”

Ulises empezó a pintar por necesidad. En un principio hacía rótulos para comercios y anuncios de conciertos y eventos sociales. Durante ese tiempo ganó la habilidad que hoy posee, algo que no deja de agradecer, pero su imaginación siempre lo ha acompañado y los animales mágicos de su cabeza viven ahí desde que tiene memoria. Hoy, su sueño es invadir un edificio entero, pues “soñar no cuesta nada”, dice.

Recuerda cómo empezó todo. Un día, sentado en el patio trasero de la casa donde vivió cuando recién llegó a La Paz, escuchó el graznar de un ave, la cual hasta la fecha no identifica y por el sonido cree que es un ave, aunque también llegó a pensar que era una especie de insecto. Esta incertidumbre lo llevó a dibujar un animal que para él correspondiera con el llamado que escuchaba, finalizando con el bosquejo de un ser nuevo, lo que lo invitó a continuar con esta empresa.

Ahora sus animales no son extraños alebrijes, sino conocidos ejemplares de las regiones donde los pinta, y en el interior de ellos incluye su magia: la representación del entorno donde vivirán, la vida de las sociedades que convivirán con ellos y las historias que le cuentan las personas que acercan a charlar con él mientras hace su trabajo, en su mayoría narraciones de ancianos y de niños.

“Estoy contento de hacer lo que me apasiona y la verdad es que no hay límites, hace unos años no me hubiera imaginado hacer lo que ahora hago […] Empecé pintando un cocodrilo y en este momento ya son más de treinta animales mágicos, mediante los cuales abordo temas sociales, de conservación, ecología, unión y amor […] Soy afortunado de estar en este paraíso que es Baja California Sur, lleno de conmovedores atardeceres y paisajes increíbles, donde el mar y el desierto se funden en una mezcla exquisita. Todo esto es el escenario idóneo para crear, para decirle a la gente que somos parte de este mundo y por lo tanto debemos cuidarlo, todos somos uno. Estamos en un momento difícil en México, donde la violencia nos invade cada vez más, pero creo en el arte como un agente de cambio por medio del cual se sensibiliza al espectador, creo que una persona sensible no genera violencia”.