La Paz, Baja California Sur (BCS). El Callejón 21 de agosto, es una de la zonas más famosas de La Paz, pues ahí se venden artesanías, y hace unos años albergó el pasaje Chino, y se hizo de nombre gracias a lo que fue Dorian’s y el extinto edificio del Perla de La Paz; ahora, sólo sobreviven alrededor de 15 puestos de artesanos, quienes alcanzan a vender en promedio, unos 500 pesos, diarios; muchos de ellos prácticamente, viven al día, esperando que lleguen las temporadas altas, como diciembre o vacaciones.
Rogelio Ávalos, quien es uno de los artesanos que inició hace 20 años en el callejón, ha visto las dos caras de la moneda: una, cuando en aquellos días había gente que abarrotaba la zona, y la otra, el desplome de hasta el 500 % de las ventas, que ha provocado que, con el tiempo, todos cierren más temprano.
“Lo que más ha cambiado es el flujo de gente, es el problema que tenemos todos los locatarios del centro, todas las tiendas se fueron para el lado de Soriana; el Palacio Municipal, que estaba aquí, también se fue para allá; muchas tiendas han cerrado; también, cuando se quemó la Perla de La Paz, mucha gente dejó de bajar al centro […] Hace 20 años, en estas fechas de diciembre, aquí no se podía pasar de tanta gente que había, pero ahorita está solo”.
Don Rogelio, explicó en qué artesanía se especializa, y comentó que él produce la mayoría de los productos que vende en el lugar; además de cuánto puede llegar a a ganar en días buenos y malos.
“Me especializo en el alambre y piedra, en conchas […] Del 100 % yo produzco el 90 %, y todo el material es de aquí de la región, como las conchas, caracoles, abulón, piedras […] Es variada la persona que compra, desde el nacional hasta el extranjero, pero lo que importa es quién valora la artesanía regional, esos son los que más compran […] Un día malo ganas 100 ó 200 pesos, un día bueno 500 ó 600 pesos; en aquellos años, un día malo ganabas 1,000, y uno bueno, te ibas con 3,000 o 4,000 pesos”.
El artesano, narró cómo fue que inició en la producción de artesanías en el callejón hace más de 2 décadas, cómo el Gobierno les pidió que fabricaran los actuales puestos para poder vender, y finalmente, la situación económica de las ventas hoy, teniendo la necesidad de laborar en otros lugares.
“Hace 20 años, iniciamos en el callejón 21 de agosto, 2 personas, estábamos en el piso con mantas, y no sabíamos todas las técnicas; pero después se fueron agregando personas, unas 12 en total; el Gobierno nos puso la condición, para permanecer aquí, que colocáramos estos puestos de madera, para dale una mejor imagen al lugar y que llamara más la atención con los turistas.
De hecho, de trabajado en otras empresas, ya se vive muy difícil de las artesanías, aparte de que hay una competencia desleal con empresas grandes o de los que venden cosas chinas […] Ahorita, por la temporada decembrina estoy aquí, pero ya en enero voy a tener que salir a buscar trabajo, mi esposa se queda aquí en el puesto”, concluyó.
Homero Cisneros Servín, otro artesano del lugar, desde hace 15 años, igualmente, cuenta la experiencia que ha sido mantenerse y no dejarse llevar por las malas temporadas, por las bajas ventas; sino que se sigue renovando e innovando mediante las técnicas artesanales para ofrecer diversidad de productos.
“Ya, 15 años, nos hemos mantenido, más que nada, hay que ser honestos, a la sombra del antiguo Dorian’s y ahora del Sears, es algo que nos ha beneficiado, ese tráfico de gente y las temporadas de turismo, el lugar se ha hecho popular […] Nosotros seguimos siendo los mismos, yo soy líder de la mitad del grupo y nos hemos dado a la tarea de que estén los espacios ocupados”.
Cisneros Servín, comentó cómo inició él, donde él mismo producía casi toda la mercancía, pero, por la misma necesidad y los tipos de productos que la gente exigía, tuvo que irse adaptando a la situación; también contó cuánto en su caso, puede ganar en la época actual.
“En un inicio, era el 100 % lo que yo hacía, pero obviamente no tenía una gran capacidad, y a lo mejor, una pieza que yo elaboraba tardaba 15 ó 20 días; además, vas metiendo cosas, de repente ando en 50 % producción y 50 % comprado o me voy adaptando porque la gente te va pidiendo.
Un día malo, son como 300 pesos, y uno bueno, como 3,000, quizá cuando vendes piezas grandes […] A los turistas les gusta mucho el palo fierro, la joyería de plata, las perlas, son cosas que no fabricamos, entonces, yo tengo que tener la habilidad y hacer el esfuerzo de esa inversión, para aprovechar todo tipo de cliente”, agregó.
Finalmente, el artesano aseveró que en este tipo de negocios, ante la competencia y la misma exigencia de la gente, se tiene que ser constante, saber administrarse y hacer un gran esfuerzo, pues, en sus 15 años, ha visto entrar y salir a muchos, que han tenido un espacio en el callejón 21 de agosto.
“Como en todo negocio, hay que renovar o morir, y así lo hemos hecho, bajar costos, implementar promociones, todo ese tipo de prácticas no ha hecho ser estables de alguna manera […] Muchos nos han podido sobrevivir, no se disciplinan y la parte fundamental en todo negocio es la administración, si no se trabaja con esfuerzo y constancia, yo en mi caso, domino todas las técnicas aquí, trabajo madera, alambre para collares, pirograbado piedra, y me ha dado buen resultado, incluso, me he atrevido a decir que, si no les gusta el trabajo, que no me lo paguen”.
Por su parte, Javier Pérez, uno de los artesanos que tienen poco tiempo en el lugar, 5 años para ser exactos, platicó la experiencia que ha sido estar en este lugar; desde las buenas ventas, hasta los peores días, donde aseguró que nunca se van en «ceros».
“Sí se vende, pero no siempre son temporadas buenas, por ejemplo, ahorita sí se vende un poquito más porque la gente trae dinero, también en Semana Santa, en la temporada de ballenas porque hay más turismo; pero las más bajas son de agosto a noviembre […] En los buenos días, podemos ganar de 1,000 a 1,500 pesos; gracias a Dios, nunca se va en blanco uno, pero hay veces que podemos vender 150 ó 200 pesos, sólo para la gasolina y la comida; en promedio, se venden entre 600 y 700 pesos diarios, pero a eso hay que descontarle comida, gasolina, proveedores”.
El tipo de mercancía que vende, comentó Juan, son los objetos pequeños, lo más barato para los clientes, y que son los connacionales quienes, en su caso, son quienes compran más.
«Se vende sobre todo los llaveros, cosas pequeñas, lo más económico; pero tengo precios desde los 20 hasta los 500 pesos […] El mejor cliente, por lo menos en mi caso, es el turismo nacional, ellos buscan conchas, abulón, madre perla”.
Juan se dedica a hacer cosas en madera, artículos pequeños que la gente puede llevar con facilidad; pero también tiene la necesidad de adquirir productos con otros proveedores, debido a la demanda de los clientes.
“Yo me especializo en madera, llaveros pequeños, collares, imanes, todo lo que sean curiosidades […] Algunas cosas sí las compro, todo lo que es caucho, sintético; nosotros hacemos lo que es tejido, conchas”.
Finalmente, Juan opinó sobre lo que sus compañeros, que tienen ya varios años en el callejón, comentan sobre la situación de los locatarios, respecto a las ventas que había en el pasado, comparadas con las del presente año.
“Pues, que antes se vendía mucho, muchísimo más, había menos competencia, llegaban barcos más seguidos; en la actualidad hay mucha competencia, hay mucho producto de afuera, sobre todo los que son de origen chino, más baratos y los encuentras en todos lados”.
con esta matemática entonces ya no son arte sanos, ahora son arte enfermos, ellos mismos tienen que comprar sus propias creaciones para tener ventas, esto si funciona en Venezuela!
-100%, es no vender nada, -500%, que es?